En clave metafórica, con la voluntad inequívoca de reconocernos partícipes del quehacer cívico y pedagógico-social que implica leer el mundo invocando la complejidad de sus realidades ambientales –“el primer abecedario el ambiente”, en expresión feliz de Frabboni, Galletti y Salvorelli (1980)–, el relato que se propone sugiere un cambio de mirada en la reflexión-acción que precisamos para dar respuesta a los desafíos que acompañan las emergencias y urgencias de un Planeta herido, ecológica y socialmente.

Reivindicando el poder de las palabras y su congruencia con los hechos que evocan o inducen, los principales argumentos de este relato giran en torno a la necesidad de respetar la vida en toda su diversidad, a los saberes compartidos como construcción de la interdisciplinariedad, a la ciencia como toma de conciencia, y a la escritura-lectura como un modo de proyectarnos en nuestros particulares modos de ser y desarrollarnos. Tareas en las que la educación de todos (igualdad de oportunidades), el todo de la educación (en su sentido más integral e inclusivo) y todas las educaciones (escolar, social, ambiental, etc.), siempre están convocadas.