El VI CONGRESO INTERNACIONAL DE RIUL abordará el tema LECTURAS DE TERROR: EL ECOGÓTICO (EDUCACIÓN, ECOLITERATURA Y LENGUAJES AUDIOVISUALES) desde diversas perspectivas: los estudios de literatura y mitología, la educación y la didáctica, la comunicación audiovisual y las diversas corrientes ecológicas. Habrá ponencias de destacados expertos en la temática y se revisarán los textos concernientes a esta tendencia desde su multimodalidad: textos orales, escritos, cine, anime, series, etc.
PRESENTACIÓN
La literatura lleva décadas alertando desde la ficción de los efectos del cambio climático, de la devastación ejercida por el ser humano y de una intervención casi obscena de este en los procesos naturales. La creación de diferentes categorizaciones dentro de la ficción para enfrentarse a semejante realidad es la que justifica la reciente aparición del concepto de ecogótico (Smith y Hughes, 2013; Edwards, Graulund y Höglund, 2022). El estudio del género gótico a través de las teorías ecocríticas se encuentra en un estado incipiente y la necesidad de revisar el corpus gótico desde esta perspectiva se justifica en el marco de una sociedad con una conciencia ecológica creciente que genera una incesante preocupación por el cambio climático (Smith y Hughes, 2013; Byrne, 2017). Más allá de distopías en las que los protagonistas cohabitan en una naturaleza postapocalíptica, el gótico, desde sus orígenes en la Inglaterra del Siglo de las Luces, ahondaba en los efectos aterradores que el escenario salvaje y sublime provocaba en los personajes de las novelas, y por ende en el lector, limitando y complicando su supervivencia.
La naturaleza, por tanto, aparece ligada al gótico clásico y es parte de su esencia; se vincula con la Ilustración y surge a la sombra de su luz, pero trasciende este movimiento al suponer una intersección de diálogos entre múltiples lenguajes. Primero Burke (2005) y años más tarde Kant (1984), en el ámbito de la filosofía, definieron el escenario gótico y las propiedades del mismo desde el punto de vista estético, estableciendo una distancia más que considerable con la tradición anterior, en la que la naturaleza era apenas un decorado. El espacio natural gótico decimonónico venía determinado por la intersección de una serie de elementos imprescindibles; inmensidad, infinidad, oscuridad, soledad o brusquedad, como elementos constitutivos de lo sublime, determinan el espacio de estas novelas convirtiéndolo, más que en espacio referencial, en lo que podríamos denominar espacio estético (López Santos, 2020). Los narradores góticos no solo pretendían facilitar al lector decimonónico la labor de percepción de los acontecimientos de la historia, sino que también intentaban hacerlo partícipe de la magnificencia y sublimidad del mismo.
Insertos en pleno Antropoceno, las formas góticas se tornan a la par útiles y generalizadoras para ahondar en la destrucción planetaria. La realidad oscura en la que habita el ser humano no es sino producto de su intervención y apropiación de la naturaleza. El escenario gótico ya no infunde únicamente terror, pues su protagonismo se sostiene sobre una inversión de términos. La naturaleza, herida, agraviada y ultrajada durante siglos, se despereza y se rebela contra su habitante más cruel y depredador. Esfumada su sublimidad, ya no nos pertenece, y, por ello, desencadena una especie de extrañamiento, derivado del concepto freudiano de Unheimlich, pero en la interpretación acertada de Mark Fisher (2018: 12), no únicamente como lo siniestro o lo ominoso, sino como todo lo que implica no sentirse en casa (López Santos, 2022). La tierra ya no es nuestro hogar; somos los humanos los que la hemos convertido en un monstruo, y como tal, hace uso continuado del horror con fines radicales o reaccionarios (Smith y Hughes, 2013) para destruirnos. Fred Botting (2022), sobre esta premisa, considera que una lectura gótica de determinados textos multimodales trasciende la era del Antropoceno y los sitúa en lo que él denomina Monstruoceno (Botting, 2022), pues el concepto Antropoceno presupone un poder del hombre sobre la naturaleza que ya no es tal, un imaginario humanista que se ha desvanecido. En pleno siglo XXI es la naturaleza como monstruo la que ejerce su dominio y el hombre, abandonado a sus exigencias, se siente impotente y vulnerable.