El Antojo de la Embarazada.

En otros cuentos de la ribera del Duero el demonio pasa por un pueblo vendiendo rosas y claveles, que se le antojan a una embarazada; como son muy caros y la caprichosa no puede pagarlos, acepta entregar lo que nazca al desconocido. Lo mismo sucede con otra mujer de la localidad. Al cabo de los años el demonio viene a reclamar sus privilegios sobre los dos nacidos, que son un niño y una niña, y se los lleva. Los jóvenes, sin embargo, con la ayuda e indicaciones de San Pedro se convierten, él en un barquero y ella en una barca en la que pasan al demonio, que no les reconoce, al otro lado del río para que les deje definitivamente en paz. El relato recuerda vagamente el mito de Caronte, barquero del Hades, que llevaba a las almas a través de los ríos Aqueronte y Estigio hacía el mundo de la muerte.