En Allande hay una iglesia del siglo XI en la que, según la tradición, se introducía un cuélebre para comer los cadáveres allí enterrados. Los campesinos del lugar dicen que un día llegó un peregrino y le dio muerte con su lanza. Como prueba de ello, esta escena está esculpida en una piedra colocada debajo de la cornisa exterior del ábside.