Cuenta la voz oral que unas vaqueras de Luarca habían regresado por el invierno en busca de unas mantas y otros aperos que habían olvidado en las cabañas por el otoño cuando una fuerte ventisca de nieve, sorprendió a las muyeres en los altos del Candal, por lo que se resguardaron en el pozu. Las tormentas arreciaron por muchos días, de modo que allí quedaron muertas hasta que las encontraron en primavera, envueltas en sus mantas.
Extracto del artículo publicado en Diccionario toponímico de la montaña asturiana.
Ed. KRK. Oviedo. 2001 (Julio Concepción Suárez)