N’esas lagunas [del Páramo] que había una xana, llamaban una xana, que vivía ahí. Según contaban, las xanas vivían debajo l’agua, entraban y salían, no sé. Y que tenía un hijo, y la xana que tenía muy mala fe, que era muy mala, que la veían a veces polos cantos aquellos, que se asomaba así pol canto, ya los pastores que la veían a veces. Y a veces que taba de muy mal humor sonaba [reñir] con el hijo… ¡buuuf! Y luego que volvía a escondese. Ya’l hijo pues cuando iba siendo así mozo pues que bajaba pa con las pastoras allí por bajo, que eran de Villar de Vildas. Taban con las vacas, y había por allí mozas y él bajaba pa con ellas. Pero a ella nu le gustaba eso. Y un día que se asomó allá arriba y que dijo:
– ¡Hoy va a ser el último día! ¡Te voy a sacar las entrañas!
Y que marchó y dijo él:
– Bueno, nun volveré más por aquí.
Y a otro día los pulmones del chaval que andaban nadando por la laguna. Contábanlo así, que lo matara ya que lo echara a la laguna y que salían flotando los pulmones d’él.