Sí, claro, aquí tuvieron los moros…, aquí los echaron. Bueno, los viejos que yo conocí, ellos ya nun peleanon con los moros, ya los echaran cuando eso. Ellos vivían ahí en Pico Monegro, pero detrás del Pico Monegro era donde hacían el oro, tenían un molino y molían allí las piedras. Y cuando iban aquí la gente a curiar las vacas, tenían ollas llenas de oro molido tapadas con piedras grandes. Y ellos marcharon, marcharon llorando, decían:
¡En la Fuente de la Celada
dejo yo mis cencerejos
que valen más que siete concejos!
Decíalo la mora, que lo dejara escondido, bien guardado, pa que nun se perdiera, junto a una fuente, pa que nun se le olvidara, la Fuente de La Celada, que ta aquí en el monte. Y vinieron una vez unos señores, y entonces había una casa en Cueiro, la Venta Cueiro que llamaban, una casa donde paraba la gente, porque pasaba por ahí el camín real. Y entonces llegaron unos señores y taban dos chicos cuidando las vacas, porque entre nosotros y Teverga había que cuidar, porque si se mecíen*, prindaban*, y entonces había que curiar siempre. Y taban aquellos dos chicos allí y vinieron aquellos señores, traían dos mulares, y dijéronles:
– ¿Ónde está la Fuente la Celada?, ¿vosotros sabéis?
– Sí, sabemos, sabemos.
– Bueno, pues si sabéis dónde está, vais a la Venta Cueiro, y mandáiles que nos preparen una buena comida, que vamos ir a comer allí. Y veníi a enseñanos la fuente.
Bueno, fuonun ya dijiénonselo, y mientras tanto ellos… tenían una papeleta que lo decía, sacanon lo que había allí, carganon los mulares y escapanon.
Cuando volvienon los chicos, ya no había nada, namás que el sitio.
Llevaran dos barras de oro que había allí, y esos cencerejos, que había tres pares. Los cencerejos son unos pendientes. La Fuente de la Celada queda muy cerca, nun queda lejos, ahí en Cueiro, más arriba d’esa braña que se ve ahí arriba, la braña de Veigadeiros… una braña muy divertida, tantos zapatos se gastan, de noche como de día.