Hay una fuente en el Puerto que le llaman la Fuente’l Obispo, y resulta que esa Fuente’l Obispo queda un poco más allá del Puerto, y los de Babia querían llevar a los asturianos aguas vertientes, y esto era un poco más que aguas vertientes lo que iba pa Somiedo, y los vaqueiros lo defendían a uñas y dientes, como podían. Pero ya no eran pa defender aquello, pa poder poner
las divisorias y cada uno saber lo que era suyo, y había ahí una fuente que le quedó la Fuente del Obispo, porque es ahí donde hicieron el límite.
Y llamaron a un vaqueiro, el más listo, pa que se presentara él al obispo, pa que defendiera él lo de los otros y eso. Y aquél tuvo estudiando la cosa ¡que sé yo el tiempo!, pero vino el obispo y tuvo con él y todo eso y terminó el hombre el repertorio, luego ya nun sabía que decir, diz él:
– Oiga, ¿su padre era tamién obispo?
Y otro [vaqueiro] picólo, y diz él:
– ¡Oi, coime, nu me acordaba yo que los obispos nun tenían padre!