... No son muy habituales los incidentes producidos por seres aparentemente deformes de gran tamaño. Sin embargo, durante un largo periodo de tiempo y en los inicios del presente siglo, se habló hasta no parar de la extraña sirena que se dejó ver en las cercanías del poblado de Aceitunilla. Un observador de excepción de esta enigmática criatura fue Pedro Martín, quien, a mediados de los años treinta, se la encontró de bruces mientras se bañaba en la tranquila laguna conocida como La Madroñosa. Al ir braceando hacia la orilla notó un escalofrío que lo dejó medio paralizado. Saliendo al exterior, a unos diez metros de donde se encontraba, apareció una criatura semejante a un anfibio de color cenizo con aletas a medio formar y una larga cola gruesa que se movía de izquierda a derecha sumergida en las cristalinas aguas. Lo que más impresionó a Pedro Marín, según me aseguraba su propio hijo mientras departíamos monte arriba por los aledaños de la alquería de La Huerta, fue el rostro de aquel animal dantesco.
"A mi padre se le heló la sangre cuando vio una cara humana totalmente deformada, muy plana, pero con mirada triste de persona en aquel cuerpo de animal", exclamaba al recordar cómo su progenitor, ejemplo de seriedad y rectitud, le contó aquella vivencia que, a la postre, fue el último avistamiento de un ser que otros muchos juraron haber visto desde el año 1920 en las aguas de la zona.