“…pues cuentan que en lo más jodío de la solana un gañan dormía la “siesta la yegua” bajo la única carrasca que había en el “peazo” tierra aquella; otros dicen qu’el “pegaojos” lo hacía bajo una galera, lo cierto y verdadero es que el gañan estaba esparramao en toa la sombra y dormido como un bendito.
Sin que el hombre la columbre, pues está vencío por la calor y la fatiga, una grandísma culebra se acerca donde duerme, todos saben de la intención de la bicha, meterse por la boca abierta del mozo y ahogarlo y es que son mu malísmas.
Ya estaba la culebra aquella sobre el pecho del hermano durmiente, que estando más dormío y más que dormío no había mundo en él… y que iba a darse cuenta de las judiás de la bicha aquella…¡ea! que no se da cuenta de ná de ná y de la mala cosa que le corría por el pecho…
… de golpe aparece a la carrera un dragón, s’atira cima el gañan y con fuertes golpes de su cola lo despierta. ¿Entonces qué es lo que ve…? Pues la bicha ya mu cerca de sus dientes, casi colándose ya… el susto del gañan está a punto de llevarlo a pique, mientras es el dragón quién presenta los dientes y saca las uñas a la a la culebra que huye cobardemente.
Por eso los dragones son amigos de los hombres…”