Sobre el acueducto de Cella que se ve excavado en la roca, en la carretera que va de Gea a Albarracín, hay una leyenda que cuenta lo siguiente:
El rey moro de Albarracín tenia un hijo llamado Abu Meruán, el cual estaba muy enamorado de Zaida, la hija del emir y señor de Cella. El padre de Zaida no estaba dispuesto a que los amores de ambos jóvenes se llevasen a término, pero tampoco quería disgustar a su hija. Así que le propuso una prueba a su futuro yerno: antes de cinco años debería llevar las aguas de Albarracín a Cella.
Aunque al enamorado le pareció imposible tal prueba, se puso a trabajar y a perforar las rocas con miles de hombres. Pocos días antes de cumplirse el plazo fijado de cinco años, las aguas regaban ya los campos de Cella. Abu Meruán, por fin, consiguió a su prometida.
El acueducto construido había sido realizado gracias al amor surgido entre los dos jóvenes. Hoy, al cabo de muchos años, junto al castillo de Santa Croche, que se alza en un peñasco al borde del río Guadalaviar, en el camino que conduce de Gea a Albarracín, podemos contemplar una roca con múltiples aberturas. Es la Piedra Horadada, resto y testigo de otras muchas que sirvieron para canalizar las aguas milagrosas del río Guadalaviar hasta Cella y fecundar los campos.