Cuéntase que en esta expulsión el rabí Abraham de Turguial seguido de su pueblo subían llorando y cantando las cuestas de La Candamia, cantando salmos y abrazado a sus libros santos. Los judíos se llevaron la llave de sus casas y aún la conserva este pueblo sefardí desparramado por la parte meridional de los Balcanes, que luego se integraron en el estado de Israel a su constitución en 1946 y hablan un castellano del siglo XV.
En La Candamia flota la leyenda semita de que este pueblo dejó a una doncella encargada de custodiar el tesoro de la aljama de Puente Castro, esperándoles, porque creían de buena fe que con los años tornarían a León.
La bella moza judía, como pasaban los años en la espera infructuosa y tenía miedo de perder su juventud y lozanía, se fue a la bruja del Abadengo, porque en la zona del Abadengo hay una bruja bajo cada campana, quien le dio a beber su pócima y así conservar para siempre su frescor de juventud y la lozanía de su hermosura.
La leyenda cuenta que la doncella judía tiene enterrado el tesoro de la aljama junto a una fuente en La Candamia y sale todos los años en la Pascua judia esperando ansiosa el requiebro de un guapo mozo leonés que la desencante con ternuras y ella le entregará su belleza y el tesoro de la aljama.