La Cueva Blanca (Asturias).
Luarca, Asturias. Esta población vivió una época en la que el dolor, y al desesperación hizo presa entre su habitantes, pues poco a poco fueron desapareciendo, misteriosamente, mujeres, hombres y niños, sin que se pudiese descubrir las causas, e incluso se llegó a encontrar un trozo de vestido de una de aquellas mujeres desaparecidas, que de nada sirvió para poder encontrar rastro de la desaparecida.
Cada día que amanecía llenaba de temor a los habitantes de la población asturiana, preguntándose cada uno de ellos, quien sería el próximo de desaparecer. A eso había que sumar el hecho de la desconfianza entre los vecinos, pues podría darse que el asesino fuese uno de ellos.
Llegó un momento en el cual, llevados por el temor y por la devoción que profesaban a la Virgen, acudir a la Madre del Divino Redentor, para que les protegiera.
Después de muchas lágrimas y ruegos, la Virgen les reveló, que la causante de aquellas desgracias era una guaxa, espíritu maligno de la Cueva Blanca. Para librarse de ella deberían llevar la imagen de la Virgen hasta la puerta de la guarida… al día siguiente todos los habitantes de Luarca marcharon en procesión hasta donde habitaba aquel diabólico ser, llevando en andas la imagen de la Virgen.
Despacio, casi en sigilo, llegaron hasta la altura de la Cueva Blanca, y al poco de penetrar en ella escucharon un agudo silbido, signo de que el diabólico ser estaba en ella. Al pronto unos extraños ruidos llenaron la cueva… era que la guaxa estaba abandonando su morada.
Aprovechando la huída del terrible ente, se adentraron hasta lo más profundo de la cueva encontrándose con un dantesco espectáculo… lo que quedaba de las víctimas desaparecidas, que como trofeos, colgaban de las paredes de la gruta. Una a una, fueron descolgadas para darles cristiana sepultura.
Desde entonces, la localidad asturiana de Luarca, recobró su habitual normalidad, y aseguraban los del aquel lugar… que jamás guaxa alguna volvió a vivir ni cerca, ni lejos del pueblo.