En la llamada Peña Gotera, cerca del pueblo de La Vid, León, existe una ermita dedicada a san Lorenzo. En aquel lugar, hace muchos años, vivía una cuélebre o culebrón tan grande que cuando se posaba en lo alto de las peñas su cola llegaba hasta el río, muchos metros más abajo.
El culebrón tenía sometido al pueblo a la obligación de ofrecerle a diario una cabeza de ganado, para evitar que causase daños mayores. Sin embargo, llegó el momento en que no quedó un solo animal para atender las exigencias de la cuélebre, que ya se había comido todas las ovejas, vacas y cerdos de la comarca, y hasta las gallinas y los conejos.
Cuando la gente no pudo llevarle al culebrón su diaria pitanza, el gigantesco animal, lleno de furia, posó su cuerpo en el cauce del río y retuvo la corriente hasta formar un gran embalse de agua, que luego soltó de repente, anegando y destruyendo las huertas y los campos de labor. Todavía se pueden ver en las laderas montañosas que encauzan el río las dos señales que dejaron la cabeza y la cola de la bestia en aquella ocasión.
Una vez arrasadas las cosechas, el culebrón se dispuso a devorara a sus habitantes. Pero éstos pedían ayuda al cielo con mucha fe, y la divina providencia decidió dársela en la figura de San Lorenzo.
Lorenzo, o Llaurente, como también se le conoce en la zona, llegó a La Vid, acompañado de sus hermanos menores, Pelayo y Vicente, e ideó la forma de matar al culebrón. Para ello mandó amasar una torta enorme, y una vez cocida en el mayor horno de leña que se pudo fabricar, hizo meter dentro todos los hierros que cupieron, puestos al rojo. Herramientas, cuchillos, sartenes, arneses, adornos, todo pasó por el fuego y todo fue metido en la torta.
El olor debía de ser muy apetitoso, y la cuélebre llevaba ya varios días de ayuno. El caso es que se tragó la torta y murió entre horrorosos bramidos, tan atronadores y violentos que los dos hermanos pequeños de Lorenzo echaron a llorar de miedo, y el mismo miedo acabó con sus vidas. De aquellas lágrimas surgió una fuente conocida en el lugar como fuente de las Virtudes.
En la ermita actual hay un arca en la que reposan los restos de San Lorenzo y de sus hermanos. En el pueblo se asegura que quien abra esa arca quedará ciego.