El Cristo Abarrancador de Jubera es sacado en procesión todos los años y durante la romería se elevan plegarias pidiendo agua para regar los cultivos y que “resulten buenos frutos en el campo”. La imagen debe su nombre a que “cuando sale en procesión después de haber estado en Novena, siempre llueve tanto que el agua arrastra la tierra y se producen surcos a modo de minúsculos barranquillos. Cuando llueve mucho los juberanos dicen: como siga así, va a abarrancar todo”.
Cuentan que la imagen la talló un peregrino que iba a Santiago y se detuvo en Jubera. Los lugareños estaban preocupados por no poder procesionar una cruz el día de la fiesta. El peregrino les ofreció que, si le daban comida durante siete jornadas, él construiría una cruz para la procesión. La propuesta tropezó con la incredulidad de los vecinos, pero uno de ellos aceptó.
El peregrino planteó entonces que se encerraría en la iglesia y que, sin dirigirle jamás la palabra, cada día le introducirían la comida por debajo de la puerta. Así se hizo todos los días, por el vecino voluntario. Al octavo día, se acercó a la iglesia y encontró una gran cruz con el Cristo tallado y la comida de los siete días. El peregrino había desaparecido.