A veces, el milagro de la aparición de la imagen de Nuestra Señora ha tenido otros escenarios. Nuestra Señora del Mar, en Almería apareció flotando entre las olas, en medio de una tormenta. Un farero la divisó, y cuando se dispusieron a recobrarla cesó la tormenta. Por mar llegó hasta Muxía, en las costas de Finisterre, sobre una barca de piedra movida por una vela también de piedra, la propia virgen, que traía con ella una imagen suya en forma de Nuestra Señora de la Barca. Dicen que venía a animar al apóstol Santiago en sus predicaciones. Ante la ermita de la virgen permanecen las muestras de aquella navegación, la vela, un piedra de nueve metros de largo que se balanceó durante muchos siglos en señal propicia, llamada a pedra d´abalar, y la vela otra gran piedra en forma cóncava, llamada a pedra dos cadrises, que cura los dolores de riñón de quienes pasan reptando bajo ella.
Y por mar llegó a San Vicente de la Barquera, en Cantabria, Nuestra Señora, subida en una barca resplandeciente que remontó la ría y se detuvo delante del pueblo. Unos pescadores la llevaron hasta la iglesia antes de que se le erigiese su propio santuario.