Tres hombres regresaban a su pueblo después de un largo viaje. Estaban cansados y tenían hambre, pues llevaban varios días sin comer. Caminaban por encima de un puente cuando se fijaron en la Luna que se reflejaba en las aguas del río.
—¡Mirad!—exclamó uno—, ¡Un enorme queso allá abajo!
Los tres se quedaron mirando al “queso”, pensando en el banquete que se iban a dar.
—Pero no podemos cogerlo —dijo otro—, está muy lejos...
Volvieron a quedarse pensativos, cada uno de ellos imaginando la mejor forma para conseguirlo.
—¡Ya está! —exclamó el tercero—. Hagamos una cadena colgándonos uno del otro y así podremos alcanzar ese hermoso y apetitoso queso.
Así lo hicieron. Se colgaron del puente, agarrándose uno a otro con las manos. El primero que colgaba, a quien le faltaba muy poco para llegar hasta lo que ellos creían que era un queso, le gritó al que estaba más alto, colgado del puente:
—¡En! ¡Suelta un poco la mano para que pueda yo coger el queso! Bastará con un poco...
El de más arriba se soltó del puente y los tres cayeron al agua.
La Luna se alejó, riéndose de los tres tontos..