En Cobiella, concejo de Cangas de Onís, está la cueva de la Huelga. Y una mañana de San Juan pasó por allí un mozo de oficio esquilador y a la puerta de la cueva vio una joven sentada detrás de una mesa de quincalla y se paró delante de ella.
—De lo que ves, ¿cuálo te gusta más, esquilador?— preguntó la encantada.
—Unas tijeras de oro.
—Tómalas, puerco esquilador; que nunca te falten
ovejas que trasquilar
ni sarna que rascar. (1)
(1) Esto mismo sucedió con otras encantadas en una cueva de Vidiago, concejo de Llanes, y en la cueva de la Porra de Socastiellu—Riera de Covadonga.