En el pueblo salmantino de Villarino de los Aires se recuerda una clásica leyenda, igualmente conocida en otros lugares de España: la del ama de cría que se encuentra con una de estas moras en su cueva, la cual le pregunta si puede entrar y dar de mamar a su hijo, a cambio de una recompensa. La mujer humana accede a sus ruegos y, tras dar de mamar al niño durante varios días, la mora le entrega como pago un montón de astillas que pone sobre el mandil. La mujer, cuando regresa a su casa, se pregunta para qué le habra dado esas astillas que aparentemente nada valen. Ante la duda, las va tirando por el camino hasta que llega a casa, quedándole tan sólo una de ellas como muestra. Comprueba entonces con gran desesperación que era de oro macizo. Rápidamente volvió a buscar las demás pero ya habían desaparecido. Fue a la cueva de la mora y le pidió que le diese más astillas, pero la mora sentenció que no podía hacerlo porque las había despreciado.