En el vestíbulo de la Iglesia del Colegio del Patriarca, en pleno centro de la ciudad, los visitantes se sorprenden ante un feroz caimán que les da la bienvenida.
Cuenta la leyenda que este caimán habitaba en el cauce del río Turia y atemorizaba a las gentes que se acercaban a pasear por la orilla. Los vecinos contaban historias del caimán aumentadas por la imaginación, por lo que en algunos relatos se convertía en un feroz dragón de inmensas proporciones.
Parecía que nadie podía hacerle frente, hasta que un valeroso joven se enfrentó al temible cocodrilo utilizando como arma la astucia y el ingenio. Cogió una armadura cubierta de espejos y se puso delante del caimán. El animal se quedó inmovilizado, cegado por la luminosidad que desprendía la armadura. El astuto joven aprovechó la ocasión y sin perder tiempo lo mató de un golpe certero.
Otra leyenda similar sitúa el suceso durante una de las riadas que solían afectar a Valencia. Entre el agua que anegó la ciudad nadaba un cocodrilo que aterrorizó a los vecinos. Un preso se ofreció a capturarlo a cambio de su libertad y tras matarlo fue disecado y colocado en la Iglesia.
La realidad es mucho menos interesante. El cocodrilo fue un regalo del Rey del Perú al fundador del Colegio. El caimán puede ser un símbolo del silencio, ya que los caimanes no tienen lengua.