Más arriba, a la vuelta de la carretera, subiendo unos metros en la ladera, hay una cueva que denominan La Cardosa. Dicen que dentro hay un molino encantado, siempre dando vueltas el rodezno, y encantada su molinera por un pecado de amores.
En las noches de invierno, cuando los mozos van a cazar raposas se oye la tarabica del motín y suspirar de amores a la molinera, cantando su pena de infidelidad.
La cueva tiene su boca muy pequeña, pero bajando por ella se llega a una plataforma donde caben treinta personas; y allí se aprecia muy bien toda la cueva del motín y más adentro se oye el molín de la cueva.
La leyenda se enriquece con el legendario tesoro de un pavo de oro macizo con sus polluelos, que obedece a los mitos de Los Hornos del Griego, que hay por muchos lugares de la piel leonesa.
Don José Antonio también entró en esta cueva, pero allí no halló el tesoro; lo encontró más arriba, en la montaña, en la mina que él asegura es de ónice y ágata imperial.