Existe en Montes Claros de Granada la cueva de la Encantada, «una hermosísima doncella toda vestida de blanco». A altas horas de la noche, se iluminaba la cueva, y el hada se aparecía peinando sus magníficos cabellos.
Los mancebicos sencillos que entonces se acercaban a mirarla, se dejaban prender de sus encantos, entraban en la espelunca, y no retornaban más.
(Fco. de P. Villareal, El libro de las tradiciones de Granada, Granada, 1888, 365)