Según leyendas recogidas en Ezpeleta, el castillo de Mondarrain se halla en comunicación con una sima que se prolonga hasta las casas de Eiheraxarre y Jauregia de aquel pueblo. De esta última casa hasta la sima de Meatze, sita en Mondarrain, existe un camino subterráneo, según otro relato popular. Añade éste que en dicha sima no es posible introducirse a causa de unas serpientes que la pueblan.
También es considerado el antro de Mondarrain como habitación de lamias.
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Que las lamias de Mondarrain (Ezpeleta), allí en unas cavernas, poseían montones de oro. Muchos que iban a robarles el precioso metal, al oír el mormojeo de las lamias, huían asustados; un sacerdote entró una vez, llevando en su pecho una hostia consagrada; las lamias le dijeron que podía dar las gracias al que llevaba en el pecho; que en aquel monte existen galerías de minas, pero han perdido el sentido cuantos han penetrado en ellas.
- «Mondarrain es un gran monte que está cerca de Itsasu y Ezpeleta. Mondarrain tiene grandes agujeros. Dicen que anteriormente había lamias en aquellos agujeros. A las cuevas aquellas les designaban con el nombre de laminazilo (agujeros de lamias) y allí tenían ellas a montones el oro. Y la gente solía ir con el deseo de coger aquel oro. Bajaban atando con la cuerda la cintura y pendientes de ella. Los Potolo (éste era el nombre de las lamias de Mondarrain) empezaban a mormojear y los otros, asustados, daban gritos diciendo:
-¡Ah! estírame.
La madre del hombre que contó esta historia más de una vez vio a estos hombres que iban en busca de oro.
Dicen que una vez fue un sacerdote con una sagrada hostia en el seno, descendió hasta abajo y las lamias que allí había le dijeron:
-Esker emok golkoan dtlkan orri. (Da gracias a eso que tienes en el seno.)
Existen minas en el monte denominado Mondarrain, y por tres veces han acudido separadamente a sacar el mineral y en las tres ocasiones perdieron los hombres el sentido.