El Tesoro de Granátula de Calatrava (Ciudad Real).
Parece que un bandolero que merodeaba por la Sierra de Granátula solía robar a las gentes que entraban o salían del pueblo o pueblos cercanos con distingos cargamentos. Un día fue herido al robar a unas personas. Como Granátula no era su pueblo natal decidió refugiarse en la primera casa en la que la puerta estuviese abierta. Tal fue así, que en la calle Aldea encontró su escondite perfecto. Se introdujo en la casa sigilosamente y pidió ayuda.
En aquella casa vivían dos mujeres mozas (que no se habían casado), con lo que la cura de las heridas al bandolero fue mejor y más tranquila, al conocer ellas ungüentos y remedios para sus heridas; además, el bandolero se ganó la confianza de ellas y alejó el peligro de que avisasen a personas que le descubrieran. Las dos mujeres, para no levantar sospechas, metieron al bandido en la cueva de su casa hasta que le curaron.
Fue tal el agradecimiento que mostró el hombre por tan gran servicio que le recompensó con su botín, formado por monedas de todo tipo, oro, plata, etc. Las mujeres agradecidas, accedieron a seguir ocultándolo en su casa y cueva. Así el bandolero encontró el sitio ideal para esconder parte de su botín en las siguientes rapiñas o esconderse en caso de ser perseguido en la zona. Sus salidas y entradas a la casa se harían de madrugada para no levantar sospechas. Se cuenta que llegó a amasar un gran tesoro, y que lo fue introduciendo poco a poco en la cueva de aquella casa, incluso sin que aquellas mujeres lo supieran. Porque según se dice, el bandolero dejaba parte del botín enterrado en la cueva en un lugar oculto, entregando parte a las mujeres de aquella casa. Pero un día, el bandolero no regresó. Parece que fue apresado o para otros fue muerto en uno de sus asaltos a cargamentos que llegaban a la zona de Granátula. Algunos dicen que fue la ambición de las mujeres en su afán de quedarse con el tesoro del bandolero lo que les llevó a envenenarlo y enterrarlo en la cueva tapiando su cadáver, para apropiarse del botín. Otras que el bandolero murió en la cueva por las heridas de otro encontronazo y para no dar parte a las autoridades, las mujeres de la casa lo enterraron-tapiaron allí para no ser cómplices de los robos; pero ellas no sabrían que el bandolero guardaba el grueso del tesoro dentro de la cueva, con lo que el tesoro estaría en aquella cueva, de no se sabe cuanta profundidad, en el tramo final de la calle Aldea, que con el paso de los años quedó olvidada, tapada y sellada al construir las nuevas casas.