La Cueva de Lucifer (Navarra).

... Más conocidas son las apariciones de Lucifer, que cruza el firmamento envuelto en llamas, su- ta~gar . Esta expresión recuerda otra de las denominaciones del genio, sugaar, que a juicio de D. José Miguel Barandiarán significa culebra macho, culebro...

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Se dice Lucifer a ciertas estrellas de color de fuego, que se ven de noche.Decían que salía de San Miguel despidiendo llamas y se metía en (el lugar llamado) Artzaan-baratza. Se veía de noche. Dicen que a unos pastores les pasó en la Barga por delante de los ojos.

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Lucifer tenía sus habladurías. Lucifer circulaba por el aire, pasaba ardiendo en llamas. Era así.

- Mira, mira Lucifer! ... que ha entrado en la cueva «Artzaan-baatza»;

...que ha pasado por la sierra de Lóquiz.

Llevaba la cola ardiendo con grandes llamaradas, de noche, en forma de caballo color rojo, en tiempo de los grandes calores de verano. Debía de venir de San Miguel. Entraba en "Artzaan baatza" y de allí marchaba a Lóquiz, y de allí hacia Logroño. Marchaba adelante montado sobre su caballo, con la cola del caballo y la suya en llamas.

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Este genio se relacionaba con la lluvia y las tormentas. Hasta hace pocos años, todavía, se solían colocar cruces de conjuro en determinados puntos del término municipal de Urdiain. Lo hacían de la siguiente forma: el día de la Invención de la Santa Cruz (Cruz de Mayo), inmediatamente después de misa, solía salir en dirección al monte una comisión integrada por el párroco, sacristán y dos o tres representantes del Ayuntamiento. El sacristán preparaba de víspera las crucecitas de madera que luego se colocaban en los lugares tradicionales. Una en la muga de Iturmendi, encima del puerto; otra en el límite de Alsasua, al otro lado del mismo inonte, y la tercera en el punto denominado «Kurutzetako barviya», la piedra de las cruces, hacia Urbasa. El alguacil se encargaba de llevar la comida sobre un jumento y regresaban al atardecer. La Cruz grande de madera solía adosarse a la pared W de la iglesia parroquial. Se tenía la convicción de que las tormentas no podían afectar a los sembrados mientras estuvieran las cruces en su sitio.