«Un diablo tenía casa. En aquella casa había personas que cogió y las llevó para sí. Entre ellas estaba un mozo.
Cierta noche sintió ruidos en el exterior.
Salió fuera y eran los animales salvajes, que no acertaban a repartir la carne de un asno viejo. El muchacho partió la carne del burro en porciones y entregó a cada uno su parte. Aquellos animales le transfirieron entonces un don: con decir «Dios y león», se convirtió en león. Y así los demás, según le conviniera.
Entró en la casa y allí (estaba) la anciana bruja remirando la cabeza del diablo.
- Tu ¿cuándo vas a morir, jefe?
preguntó la bruja al diablo.
- Yo! Nunca, respondió él. Para que yo muera tendrán que matar primero al Dragón de Aralar. Matar al Dragón, abrirle las entrañas, y saldrá corriendo de allí una liebre. Si le alcanzan y le dan muerte, al abrirle el vientre saldrá volando de allí una paloma.
Si la cazan y matan, (tienen que) abrir el vientre y sacar el huevo. Moriré al golpearme con el huevo en la frente.
¿Quién me hará eso? Nadie.
Aquel muchacho escuchó eso y vino al monte Aralar, y había allí una muchacha arrodillada. El Dragón devoraba cada día una persona y le tocaba (el turno) a esa chica.
- ¿Qué haces aquí? le dijo el mozo.
- Estoy aguardando al Dragón.
- Quítate y me pondré yo (en tu lugar), le dijo el joven.
De pronto, salió de la sima el Dragón. 'Dios y león!' exclamó el muchacho, y se trasformó en león. Empezó a luchar y el Dragón, amedrentado, se metió a la cueva. Volvió a salir acosado por el hambre y, entonces, el joven dio muerte al monstruo. Abierto el vientre, salió corriendo la liebre. 'Dios y galgo!' dijo el mozo. Transformado en perro, dio alcance a la liebre y, abiertas las entrañas, salió volando la paloma. 'Dios y halcón!' dijo el joven. Atrapó a la paloma, la mató y abierto el interior le extrajo el huevo. Dijo entonces, 'Dios y hombre!'; tomó aquel huevo y marchó a casa del diablo.
El diablo estaba en cama, muy enfermo.
- ¿Qué te ocurre, mi Señor? le preguntó la anciana bruja.
- Han matado al Dragón, replicó el diablo.
En ese momento llegó el muchacho:
-Ese, ese ha dado muerte al Dragón!
le dijo el diablo.
Ese me va a matar!
El muchacho le golpeó con el huevo en la frente y murió el diablo. La casa, que estaba a oscuras, a su muerte se volvió luminosa. El joven despidió a los prisioneros (para que fueran) a sus casas, y él se casó con una muchacha que se encontraba allí. (Recogido por Amaia Oiarbide).